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29 febrero 2012

Nueva Zelanda 4 - Arthur Pass y terremoto en Christchurch

Me quedaban ya pocos días de vacaciones y un poco justo de dinero (no sé por qué la tarjeta no quiso funcionar en la tienda de alpinismo, con lo que tuve que pagar en efectivo lo más caro del viaje). Así que decidí dejar Fiordland para otra ocasión. Bastante lejos (muchas conexiones de autobuses) y quiero hacerlo bien con excursión en kayak, barco y pasear. Así que buscar algo más sencillo. Y nada mejor que algo que tenía ya pensado y que tuve que pasar de largo camino a Tekapo: hiking en Arthur's Pass. Coger bus con bonitas vistas de nuevo...

A mitad de camino entre Greymouth y Christchurch como ya comenté. En la Lonely Planet de senderismo en Nueva Zelanda, que tenía descargada en el móvil, ponían una de las rutas de la zona como la más interesante que se podía hacer en un día. Avalanche trail = La senda de la avalancha :P Tranquilos todos, que las avalanchas son en los meses de nevadas, no en verano cómo iba yo. Dejar la mochila grande en el hostal y preparar todo. El camel back (la mochila enana con la bolsa de agua incorporada), algo de fruta, barra y gel energéticos, gorra, gafas y crema de sol, North Fake, los pies bien untados en bodyglide parta evitar rozaduras, doble calcetín, mis Vasques... Y arriba.

Según la guía y los carteles informativos de seis a ocho horas para hacerlo completo y complicadillo, con mucha cuesta.

Ver a una chica reventada al de un kilómetro de empezar, sentada al sol. "¿Subes o bajas?" Y ella me dice que subiendo. Pobrecilla, creo que va a sufrir bastante. La subida realmente no es nada fácil. Todo roca inicialmente entre árboles y a cada poco vistas a la cascada.

Agua cristalina a la que da ganas saltar.

Subir y pasar la zona de árboles.

Arriba veo a un chico, mochila al hombro. En poco tiempo lo alcanzo. Según el mapa que lleva la zona de árboles supone el primer tercio. Así que quedan dos tercios o algo menos. Perfecto.

Arriba. Seguir las marcas amarillas, ahora en palos, al no haber árboles a donde afianzarlos. Un kea que se posa en una de ellas.

La última parte es realmente la única algo peligrosa. El pico está súper erosionado, así que es piedra suelta donde es fácil resbalar si no vas con cuidado. Caída a la izquierda y a la derecha. Así que esos últimos metros despacito, hasta la cumbre final. Las vistas son espectaculares. Me siento comiendo una manzana y al de un minuto los kea deciden que no tengo pinta peligroso y se posan alrededor, tal vez esperando que les dé algo.

Prohibido darles de comer señores, lo sentimos.

Bonito plumaje.

Y para abajo. Vídeo de lo que se ve y el comienzo de la bajada.

Ahora hay que seguir los palos naranjas. Bajando por Scotts track.

La nieve en lo alto de las montañas y el descampado

hasta llegar de nuevo a la zona arbolada, con los triángulos de guía.

Todo el recorrido grabado con el GPS del móvil


El mapa en grande

Al final dos horas y pico para subir, diez minutos en la cima y hora y media para bajar. Volver al hostal, comer algo y conectarme a internet. Un camión pesado que pasa junto al hostal y todo tiembla. "¡La leche! ¿Todo eso por un camión?".

Pocos minutos más tarde recibo correo de Amy, amiga neozelandesa, diciendo que ha habido un terremoto en Christchurch y a ver si estoy bien. "¡Ahhh! Eso era el temblor de antes". Estoy a más de doscientos kilómetros del epicentro, así que sin problemas. Las réplicas posteriores ni se notan. Busco noticias al respecto y parece que no ha habido muchos destrozos. Más que nada el susto y el agobio de rememorar lo que pasó hace pocos meses.







Mando mail y CaraLibro diciendo que estoy bien y el responsable del hostal me confirma lo leído. No se ha declarado ninguna alarma, el aeropuerto se reabre tras un par de horas y parece que no va a haber ningún problema para que pueda volver el día siguiente ni volar dos después.

Pasar la tarde jugando a cartas y charlando un poco con gente del hostal, cenar pronto y a la cama. El bus no sale hasta las tres de la tarde, con lo que toda la mañana para seguir paseando. Pasarme por el puesto de información y ver sendas sencillas a hacer por los alrededores. Una exposición de los primeros alpinistas y exploradores de la zona.

Y a pasear, con el agua siempre presente. Si andas sin cuidado casi que te metes en ella en cualquier parte de lo transparente que es.

Primero a una catarata cercana. Un camino un tanto empinado pero totalmente preparado con escaleras de madera y similares. La cascada es grande de narices. No está permitido acercarse demasiado, pero por lo que pone en la información 130 metros de caída total.

Bonito. Volver a bajar y coger una nueva senda. Bridal Veil trail. No tan interesante. ¿Qué es esto?

:P Para saber la respuesta pinchar y arrastrar desde aquí [poste de electricidad sacada la foto desde abajo] hasta aquí.

Todavía las 11... Mmmm... Delante un cartel qué marca una nueva senda, Bealey Valley. Nada más empezar a andar la cosa coge mejor pinta.

Subida entre árboles, raíces cómo escalones, un río que tiene buena pinta cerca. Agua trasparente "como de película".

Y gran acierto. Bonito paisaje y divertido entre rocas. Inicialmente por mi cuenta, pero al de poco la senda "oficial" se me une con sus postes.

Subir hasta una señal de "peligro, rocas sueltas a partir de este punto". Arriba el cielo azul, las montañas nevadas y el agua que baja.

Intentar encontrar más postes, pero nada, así que media vuelta con el GPS grabando el recorrido.


El mapa en grande

Bus de vuelta a Christchurch, donde confirmar que poco voy a poder hacer el día que tengo allí. Navidad, 25 de diciembre, parece ser el único día del año en el que la ciudad se para del todo, prácticamente ni restaurantes abiertos, menos algunos pocos para cenar. Así que me tomo el día con calma y me dedico a visitar el centro y ver los destrozos del terremoto. Las afueras, donde está el hostal (tres visité finalmente) apenas tienen marcas de lo pasado. Calles tranquilas, casas bajas con su jardín y arboles que salen de la valla.

La universidad con un curioso monumento.

Pero basta intentar acercarse al centro histórico para encontrarse con las vallas.

Cerrado el paso a todo lo que era la parte más turística y visitada de la ciudad. Los edificios históricos, los que peor lo llevaron.

Vallas y más vallas que separan de docenas, cientos de casas en ruinas.

Palas excavadoras, un montón de edificios todavía con las marcas de aerosol de los servicios de emergencia, con las que se identificaban los edificios a evacuar y no permitir el acceso.

Amasijos de hierros y cascotes varios.

La catedral destrozada.

La bandera del país ondeando hecha jirones, mantenida como quedó como recuerdo de lo sucedido.

Pero entre los destrozos y las vallas se ven rayos de esperanza.

Signos de querer volver a la normalidad.

Actitud frente a lo ocurrido.

Si no es ahora, entonces ¿cuándo?

All the best = Mis mejores deseos.

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