Iurgi de excursion

31 marzo 2008

Boracay Filipinas

Hay veces que las cosas empiezan mal y este viaje fue una de ellas. Retrasos en el aeropuerto. Nos intentan timar dos veces y con muy malas maneras en Manila. Unos niños me rompen las gafas nada más llegar a Boracay. Victoria y yo que seguimos viendo el mundo de una forma muy diferente, que a veces lleva a enfados y a distanciarnos. No sé si esta vez definitivamente. Lo contrario de lo que quería. Pero con el paso de los días la cosa fue mejorando y si no fue el viaje ideal al menos deja algunos buenos recuerdos. El mejor, nadando entre las aguas transparentes los dos, intentando tocar los peces que se nos acercaban, divertido. Y fotos, muchas fotos.

Intramuros, la vieja ciudad dentro de Manila. Antigua colonia española.

Mezcla de rascacielos y ciudad amurallada antigua...

calles sucias, cables, casas humildes, triciclos para llevarte a cualquier parte.

Una ciudad en plena reconstrucción, con edificios a medio rehacer.

Y muchas cosas que recuerdan la época colonial española.

40 minutos de avión y un barquito hasta Boracay.

Que majos los niños...

Intentando atrapar algo de sol.

Y el sol nos acabo atrapando a nosotros, quemado sin darme cuenta. Camiseta encima a partir de entonces casi en cada momento.

Un cielo azul que es una maravilla para sacar fotos. Anocheciendo desde la puerta de nuestro bungalow.

Y a 50 metros el mar y la luna llena que nos acompañó e ilumino durante las noches.

El bungalow a pie de playa, Bulabog Beach, paraíso del windsurf y kitesurfing.

Una de las fotos típicas de Boracay, magníficos castillos de arena.

Agua transparente, con peces nadando entre los pies y barquitos con los que viajar a islas cercanas o ver el anochecer desde "alta mar".

Kilómetros y kilómetros de playa, White Beach.

No tomes nada más que fotos
no mates nada más que el tiempo
no dejes nada más que tu huella

en Mount Luho, punto más alto de la isla desde donde intentar ver su esplendor.

Vuelta por D'Mall, el centro comercial en el centro de la isla donde comer, comprar souvenirs, chanclas, los locales disfrutando de las pequeñas atracciones.

Y como no, sino no sería yo, cogerme las playeras y tirarme a correr la parte de isla pendiente, carreteras y caminos entre las palmeras a la búsqueda de las playas menos turísticas del norte.

Y acabar con las últimas fotos

antes de tomar camino de regreso a Hong Kong.

Hasta no sé cuando.