Primera ultramaratón
Tras el East Aquathon 16.3 seguí corriendo por la montaña. Entrenando para las carreras de King of the Hills, grabando vídeo, mirando a los que venían, beber agua… Upsss, exceso de cosas a la vez, tobillo torcido, esguince de nuevo después de muchos años sin sufrirlos… En fins… Tenía claro como recuperarlo. Algo de hielo, compresión y tenerlo en alto los primeros momentos. Descanso de un par de semanas y tras ello empezar a reforzarlo de nuevo. Nadar. Ejercicios de equilibrio. Volver a correr con tranquilidad. Hasta ponerme a tope de nuevo por montaña mes y medio después, con sensación ya para entonces de estar totalmente recuperado. Un par de semanas de entreno en serio y repetir más o menos el mismo tiempo hecho en el King of the Hills Saikung el año anterior. Sin más.Tras ello me apetecía darme un nuevo “descanso”. Una temporada de correr algo menos, findes de hiking y volver a hacer ejercicios de musculación para la pierna: seguir intentando mejorar la estabilidad y evitar problemas en rodillas, pies y varios. Pero me vinieron gente de la oficina con nueva propuesta. Había unas cuantas carreras por equipos en las siguientes semanas/meses y querían ver si podía apuntarme con ellos, para mejorar sus posibilidades de quedar arriba :D Básicamente soy el más rápido en la oficina ahora (hemos tenido un par de maratonianos bastante buenos, pero que ya se fueron, y tenemos una triatleta compitiendo a nivel mundial amateur, pero la gano a pie y nadando), así que pensé que podría ayudarlos. Aparte podría ser interesante descubrir cuán rápido podía correr en plano y distancia corta.
Sin embargo antes una ultra-maratón: la Translantau. 100 kilómetros en los que los participantes darían la vuelta completa a la isla de Lantau. En mi caso solo de voluntario, tranquilos, haciendo de “coche escoba” en algo menos de un cuarto de la carrera con mucho desnivel. Me apetecía vivir la experiencia desde dentro sin correr esa distancia. Llegar a Tai O alrededor de la 5 de la tarde. Ver como unos cuantos corredores pasaban por las calles y buscar el punto de control y avituallamiento.El plan era sencillo, a las 17:30 se cerraba ese punto de control (km 57), los corredores que hubieran llegado más tarde (llevarían ya 18 horas de marcha, la carrera había empezado a las once y media de la noche anterior) estaban descalificados, y a partir de allí tenía que andar-correr por el recorrido recogiendo los lazos (amarillo fosforito reflectivo, algunos puestos altos de narices) y señalizaciones varias que marcaban el recorrido.Junto a otra voluntaria, Cindy, inicialmente. De charleta, paseo rapidito sencillo, pistas de tierra y asfalto. Hasta que se hizo de noche. Momento en el que encender los frontales y justo meternos entre los matorrales. ¡Menudo recorrido! En aquel punto los participantes de la carrera llevaban ya más de sesenta kilómetros y unos cuantos miles de metros de desnivel en sus piernas. Y aquí tocaba subir una colina con bastante pendiente y entre la vegetación. Densa, densa. Al de poco empezamos a ver luces por encima nuestro: corredores que alcanzaríamos en breve.
El primero estaba sentado en una roca. Le preguntamos que a ver que tal y nos dijo que cansado y sorprendido con el terreno que no esperaba. Señor de unos cincuenta años de Singapur. Hasta este punto lo había llevado bastante bien, pero se le estaba haciendo duro. Nos dijo que siguiéramos, a lo que le expliqué que no había manera, o que le acompañaba cuesta abajo y lo dejaba camino a la civilización o que teníamos que esperarle porque íbamos a quitar las señalizaciones a medida que subíamos y no era plan de que se perdiera… Le dijimos que se lo tomara con tranquilidad y al de unos cinco minutos ya continuamos la subida. Por arriba seguíamos viendo más luces de frontales de otros corredores, que poco a poco fuimos cazando.El siguiente era un filipino. Nos dijo que estaba teniendo problemas gastrointestinales. En este tipo de carreras es bastante normal. Una de las cosas más complicadas en super largas distancias es ser capaz de seguir comiendo y tomando líquidos de tal forma que los niveles de energía se mantengan. Suficiente líquido, suficientes sales, comida, pero sin pasarse. No tenía claro que había hecho mal (tenía ya experiencia previa en este tipo de carreras) pero no era capaz de seguir tomando nada y estaba con arcadas continuas. Volvimos a quedarnos a su espera y unos cuantos minutos después continuamos para arriba.El tercero un hongkonés delgadito que tenía muy poca pinta de estar suficientemente entrenado / preparado para esto. En su caso con problemas en las rodillas. Y con este teníamos la tercera razón básica de abandono en estas carreras: problemas en las articulaciones, estomacales y cansancio en general. Estaba además un poco pasado de rosca. Había ido a la carrera con un amigo y parece ser que este le había dejado detrás. Competitivo, con lo que en cuanto nos vio para arriba y juntarse en nuestro trenecito. Todavía entre la vegetación, zonas con niebla, bastante viento y temperaturas bajando. Le vi sacando una pastilla y tomándosela… Ibuprofeno… Malo, malo. Enmascara el dolor, con lo que la gente tiende a seguir aunque esté generando una lesión seria. Y no sabía cuantas se había tomado… Intentando hablar de ello con él, diciéndole que le quedaba una de las cuestas más pronunciadas de HK y que mejor se planteara abandonar en el siguiente punto de control, pero no me hacía mucho caso. Las vistas del aeropuerto abajo.En el teléfono, con el GPS, iba viendo cuanto nos quedaba hasta llegar a terreno más sencillo, delimitado por el camino que va por debajo del teleférico. Intentando darles ánimos y guiarlos por la senda, a veces no demasiado clara de noche. Llegar a una pequeña bajada, con vistas al aeropuerto y ya zona que creía reconocer. Sí. La luz tras la colina tenía que provenir de la instalación a mitad de línea de teleférico. A partir de ese punto dejaríamos de subir entre maleza y en su lugar pista de tierra de nuevo. Se lo iba contando a todos ellos entre sonrisas, pero el filipino no estaba con muchas ganas. El resto siguieron, con la "supervisión" de Cindy, pero él me dijo que no podía. Llamar a la organización para ver que hacía. Podía intentar llevarlo por senda algo más corta a una carretera cercana e intentar coger un taxi. Los de la organización me decían que mejor siguiera la ruta y llegara hasta el siguiente punto de control. Esperar. El filipino que consiguió dormitar cinco minutos sentado y con la cabeza apoyada en el bastón de hiking. Tras ello seguir. Ni tan siquiera intentar corretear en la zona plana y cuesta abajo. Rocas húmedas y bastante resbaladizas. En algún momento me dijo que tenía que parar y que le dejara un poco de espacio… Consiguió vomitar y con ello sentirse algo mejor. La organización que me llamaba porque estábamos ya fuera de tiempo de corte (21:30 en el punto de control 7 en el km 69). “Al menos veinte minutos, media hora más para hacer los tres kilómetros que calculo nos quedan, vamos lentos”. Por ahí anduvo la cosa, pero finalmente lo hicimos. Ver bajo la pequeña carpa a todos los que habíamos ayudado sentados tranquilamente a la espera de taxi que los recogería. Comer algo, despedirme de todos, incluida Cindy y tirar cuesta arriba, hacia el Lantau Peak.
Con el retraso que llevaba sobre el tiempo de corte (media hora larga) momento de hacer ejercicio de verdad. Ponerme los cascos con podcasts y subir rápido por cuesta que conozco bien del Lantau 2 Peaks. A media ascensión encontrarme un grupo de tres corredores. Una chica y dos chicos hongkoneses que iban en plan equipo. Muy tranquilos, con buena cara, pasándoselo bien. Les dije que era el “coche escoba”, que los seguía sin prisa. A medida que subíamos cada vez más niebla, viento… Se pararon para ponerse cortavientos y pantalones largos. Con calma pero no demasiado mal ritmo llegar hasta el pico. Punto más alto de la carrera con casi mil metros de altitud. Allí aproveché para atarme las zapatillas y cuando alzo la vista ¡verlos que se equivocan de dirección y casi se tiran terraplén abajo! “¡Cuidado! ¡No es por ahí! Os guío. Conozco esto como la palma de mi mano. He estado corriendo este recorrido muchas veces.” Aunque al de pocos metros me caí de culo. “Por ir de guay”. Apenas se veía nada en la mitad de la noche y con una niebla súper densa. No sé si por el viento o porque quien puso las señalizaciones pensó que nadie se podía perder aquí (de día o sin niebla el camino es bien claro), pero no había casi ningún lazo o señal. Pensándolo un poco, también es cierto que apenas hay donde ponerlos, con apenas vegetación por allí arriba. Pero con calma seguimos, algunos resbalones más, las rocas mojadas y yo con mis Salomon, que no es que tengan el mejor agarre para ellas. Fotos dignas de película de miedo.Y poco a poco ir cogiendo a otros corredores. Finalmente todos llegando al 8º punto de control (km 74) antes de las 00:30 límite. Aquí acababa mi recorrido. Desearles suerte a los tres a los que había acompañado las dos horas largas, que seguían en su intento de acabar bajo las 32 horas límite. Otros pocos que decidieron retirarse allí. Buses todavía en la carretera a Tung Chung desde donde coger el autobús nocturno que sale del aeropuerto y para cerca de casa. Una aventurilla más para el recuerdo. Y yo estaba hablando de correr distancias cortas, sigue…
Sin embargo antes una ultra-maratón: la Translantau. 100 kilómetros en los que los participantes darían la vuelta completa a la isla de Lantau. En mi caso solo de voluntario, tranquilos, haciendo de “coche escoba” en algo menos de un cuarto de la carrera con mucho desnivel. Me apetecía vivir la experiencia desde dentro sin correr esa distancia. Llegar a Tai O alrededor de la 5 de la tarde. Ver como unos cuantos corredores pasaban por las calles y buscar el punto de control y avituallamiento.El plan era sencillo, a las 17:30 se cerraba ese punto de control (km 57), los corredores que hubieran llegado más tarde (llevarían ya 18 horas de marcha, la carrera había empezado a las once y media de la noche anterior) estaban descalificados, y a partir de allí tenía que andar-correr por el recorrido recogiendo los lazos (amarillo fosforito reflectivo, algunos puestos altos de narices) y señalizaciones varias que marcaban el recorrido.Junto a otra voluntaria, Cindy, inicialmente. De charleta, paseo rapidito sencillo, pistas de tierra y asfalto. Hasta que se hizo de noche. Momento en el que encender los frontales y justo meternos entre los matorrales. ¡Menudo recorrido! En aquel punto los participantes de la carrera llevaban ya más de sesenta kilómetros y unos cuantos miles de metros de desnivel en sus piernas. Y aquí tocaba subir una colina con bastante pendiente y entre la vegetación. Densa, densa. Al de poco empezamos a ver luces por encima nuestro: corredores que alcanzaríamos en breve.
El primero estaba sentado en una roca. Le preguntamos que a ver que tal y nos dijo que cansado y sorprendido con el terreno que no esperaba. Señor de unos cincuenta años de Singapur. Hasta este punto lo había llevado bastante bien, pero se le estaba haciendo duro. Nos dijo que siguiéramos, a lo que le expliqué que no había manera, o que le acompañaba cuesta abajo y lo dejaba camino a la civilización o que teníamos que esperarle porque íbamos a quitar las señalizaciones a medida que subíamos y no era plan de que se perdiera… Le dijimos que se lo tomara con tranquilidad y al de unos cinco minutos ya continuamos la subida. Por arriba seguíamos viendo más luces de frontales de otros corredores, que poco a poco fuimos cazando.El siguiente era un filipino. Nos dijo que estaba teniendo problemas gastrointestinales. En este tipo de carreras es bastante normal. Una de las cosas más complicadas en super largas distancias es ser capaz de seguir comiendo y tomando líquidos de tal forma que los niveles de energía se mantengan. Suficiente líquido, suficientes sales, comida, pero sin pasarse. No tenía claro que había hecho mal (tenía ya experiencia previa en este tipo de carreras) pero no era capaz de seguir tomando nada y estaba con arcadas continuas. Volvimos a quedarnos a su espera y unos cuantos minutos después continuamos para arriba.El tercero un hongkonés delgadito que tenía muy poca pinta de estar suficientemente entrenado / preparado para esto. En su caso con problemas en las rodillas. Y con este teníamos la tercera razón básica de abandono en estas carreras: problemas en las articulaciones, estomacales y cansancio en general. Estaba además un poco pasado de rosca. Había ido a la carrera con un amigo y parece ser que este le había dejado detrás. Competitivo, con lo que en cuanto nos vio para arriba y juntarse en nuestro trenecito. Todavía entre la vegetación, zonas con niebla, bastante viento y temperaturas bajando. Le vi sacando una pastilla y tomándosela… Ibuprofeno… Malo, malo. Enmascara el dolor, con lo que la gente tiende a seguir aunque esté generando una lesión seria. Y no sabía cuantas se había tomado… Intentando hablar de ello con él, diciéndole que le quedaba una de las cuestas más pronunciadas de HK y que mejor se planteara abandonar en el siguiente punto de control, pero no me hacía mucho caso. Las vistas del aeropuerto abajo.En el teléfono, con el GPS, iba viendo cuanto nos quedaba hasta llegar a terreno más sencillo, delimitado por el camino que va por debajo del teleférico. Intentando darles ánimos y guiarlos por la senda, a veces no demasiado clara de noche. Llegar a una pequeña bajada, con vistas al aeropuerto y ya zona que creía reconocer. Sí. La luz tras la colina tenía que provenir de la instalación a mitad de línea de teleférico. A partir de ese punto dejaríamos de subir entre maleza y en su lugar pista de tierra de nuevo. Se lo iba contando a todos ellos entre sonrisas, pero el filipino no estaba con muchas ganas. El resto siguieron, con la "supervisión" de Cindy, pero él me dijo que no podía. Llamar a la organización para ver que hacía. Podía intentar llevarlo por senda algo más corta a una carretera cercana e intentar coger un taxi. Los de la organización me decían que mejor siguiera la ruta y llegara hasta el siguiente punto de control. Esperar. El filipino que consiguió dormitar cinco minutos sentado y con la cabeza apoyada en el bastón de hiking. Tras ello seguir. Ni tan siquiera intentar corretear en la zona plana y cuesta abajo. Rocas húmedas y bastante resbaladizas. En algún momento me dijo que tenía que parar y que le dejara un poco de espacio… Consiguió vomitar y con ello sentirse algo mejor. La organización que me llamaba porque estábamos ya fuera de tiempo de corte (21:30 en el punto de control 7 en el km 69). “Al menos veinte minutos, media hora más para hacer los tres kilómetros que calculo nos quedan, vamos lentos”. Por ahí anduvo la cosa, pero finalmente lo hicimos. Ver bajo la pequeña carpa a todos los que habíamos ayudado sentados tranquilamente a la espera de taxi que los recogería. Comer algo, despedirme de todos, incluida Cindy y tirar cuesta arriba, hacia el Lantau Peak.
Con el retraso que llevaba sobre el tiempo de corte (media hora larga) momento de hacer ejercicio de verdad. Ponerme los cascos con podcasts y subir rápido por cuesta que conozco bien del Lantau 2 Peaks. A media ascensión encontrarme un grupo de tres corredores. Una chica y dos chicos hongkoneses que iban en plan equipo. Muy tranquilos, con buena cara, pasándoselo bien. Les dije que era el “coche escoba”, que los seguía sin prisa. A medida que subíamos cada vez más niebla, viento… Se pararon para ponerse cortavientos y pantalones largos. Con calma pero no demasiado mal ritmo llegar hasta el pico. Punto más alto de la carrera con casi mil metros de altitud. Allí aproveché para atarme las zapatillas y cuando alzo la vista ¡verlos que se equivocan de dirección y casi se tiran terraplén abajo! “¡Cuidado! ¡No es por ahí! Os guío. Conozco esto como la palma de mi mano. He estado corriendo este recorrido muchas veces.” Aunque al de pocos metros me caí de culo. “Por ir de guay”. Apenas se veía nada en la mitad de la noche y con una niebla súper densa. No sé si por el viento o porque quien puso las señalizaciones pensó que nadie se podía perder aquí (de día o sin niebla el camino es bien claro), pero no había casi ningún lazo o señal. Pensándolo un poco, también es cierto que apenas hay donde ponerlos, con apenas vegetación por allí arriba. Pero con calma seguimos, algunos resbalones más, las rocas mojadas y yo con mis Salomon, que no es que tengan el mejor agarre para ellas. Fotos dignas de película de miedo.Y poco a poco ir cogiendo a otros corredores. Finalmente todos llegando al 8º punto de control (km 74) antes de las 00:30 límite. Aquí acababa mi recorrido. Desearles suerte a los tres a los que había acompañado las dos horas largas, que seguían en su intento de acabar bajo las 32 horas límite. Otros pocos que decidieron retirarse allí. Buses todavía en la carretera a Tung Chung desde donde coger el autobús nocturno que sale del aeropuerto y para cerca de casa. Una aventurilla más para el recuerdo. Y yo estaba hablando de correr distancias cortas, sigue…
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