Tifón

Hasta ahora no me había tocado vivir ninguno, pero parecía que el viernes iba a ser el primer tifón en Hong Kong. En la memoria el huracán que pasamos en Miami. Recuerdos de la tranquilidad dentro del ojo, de las nosecuantas horas encerrados detras de las persianas metálicas, todas las palmeras caidas que vimos luego, las mini-inundaciones, los sacos de arena y un cuarto de la ciudad sin electricidad durante x.

El tifón Pabuk llevaba ya unos cuantos días cerca de la isla. Inicialmente iba a llegar el miércoles, pero finalmente pasó al sur de Hong Kong dejándonos bastante lluvia. Poco más tarde, en el errático camino que tienden a seguir estas tormentas, volvió a dirigirse a nosotros. El viernes todo el mundo estaba ya siguiendo el recorrido de la misma por internet. Que sí, que no, parecía que podía ser lo suficientemente gorda para que pusieran la señal 8 de tifones. Otro día enseño todas las señales que tenemos, pero para hacerse una idea, el máximo que puede alcanzar el tifón sería fuerza 10.

A las 15:00 horas se hacía oficial. Señal 8. El observatorio metereológico y el gobierno hacían oficial que se ponía en marcha el dispositivo requerido en estos casos. La jefa de recursos humanos nos envió un mail a todos con las indicaciones. Colegios cerrados, ferris a punto de dejar de funcionar y todo el personal que debería irse a sus casas lo antes posible. Los compañeros con sonrisa de oreja a oreja, con medio día de vacaciones extra.

¿Qué pasa en ese momento? Pues que se descubre la de gente que hay en la ciudad. Todos intentando llamar por el móvil = lineas saturadas y caídas. Todos intentando coger el metro, autobús o lo que sea = aglomeraciones a lo bruto. En mi caso lo viví en el metro. Videoreportaje

Menos mal que yo iba a contracorriente y salí pronto de la oficina, porque supongo que alguno de los que estaba en esa cola se echó su hora y pico de espera, porque la cola seguía y seguía por la derecha. Pero los locales se lo tomaban con tranquilidad, en parte parsimonia china, en parte saber que a fin de cuentas llegarían mucho antes de lo normal a su casa aquel día.

Luego las calles vacías, las tiendas cerradas, extraña sensación y el tifón que cambiaba de rumbo de nuevo. Al final nada, un montón de lluvia que se vio en toda España porque estaba el Barca a punto de jugar un partido por estas tierras, y poco más. Una alerta de tifón vivida, otra cosa menos en la lista de quehaceres en Hong Kong.