Iurgi de excursion

24 noviembre 2010

Mt Kinabalu

Recibí un correo de Asia Miles: como los puntos Iberia pero de Cathay Pacific, la aerolínea principal de Hong Kong. Casi todos los puntos que tenía iban a caducar a final de año. Rebuscar entre las opciones que tenía para canjear: Sanya (la "Hawai China"), Taipei, Kunming... Finalmente Kota Kinabalu, Malasia, tenía la mejor pinta. Tenía unos cuantos días de vacaciones todavía sin coger, confirmar con mi jefe, sabía que había una montaña para subir allí y cogido vuelo.

Mount Kinabalu. Con 4.095m es la montaña más alta del sureste asiático y patrimonio de la humanidad de la Unesco (parece que estoy haciendo un tour). Hace un año y pico Josephine fue allí con unos cuantos amigos y las fotos que vi parecían interesantes. Lo malo, que estaba montando todo en el último segundo. 10 días antes del vuelo. Descubrir que el albergue a 3.000 metros estaba ya completamente ocupado. Reservas de meses. Aiyaaa... Pero conseguí sacarlo todo. En lugar de la subida normal me apunté a Mountain Torq, la empresa que gestiona una via ferrata en la montaña y que tiene su propia cabaña cerca del refugio. Aquí la publicidad que encontré.

Josephine me avisó sobre el mal de altura, que ella sufrió. Así que intenté evitarlo al máximo. Vuelo a primera hora de la mañana. Aterrizar en Kota Kinabalu y directamente taxi a la parada de autobús que me llevaría al Parque Kinabalu, bajo la montaña, pero ya a 1.500m sobre el nivel del mar, donde haría noche. El siguiente día a primera hora ir a comprar el permiso de subida, seguro, y guía (todo ello obligatorio).

9am en el comienzo de la caminata. Como si fuera un poco de recochineo, los primeros cien metros son cuesta abajo con una cascada de bienvenida incluida.

Y a partir de entonces todo el camino para arriba, continuo, sin apenas ninguna parte plana. Subir, subir, subir.

Combinando distintas superficies, tierra, madera, rocas.

Cada kilómetro un punto de parada, un pequeño refugio, poco más que un techo, un par de bancos, un baño y un tanque de agua del monte. Y como no, ladrones profesionales de comida :P Ardillas. En cuanto oían llegar a caminantes se les veía bajar de los arboles, dispuestos a coger todo aquello que cayera al suelo. En el Gran Cañón recuerdo como una de ellas nos mangó medio paquete de galletas, que salió disparado en cuanto lo dejé sobre un tronco. Aquí acabándose de comer un anacardo que se me había caído (los anacardos me siguen recordando a Amuma y Kanala).

Hay una buena razón para empezar a subir la montaña a primera hora de la mañana. La isla de Sabah es verde verde, porque no para de llover, durante todo el año. Pero en el Parque el tiempo es relativamente predecible. A primera hora tiende a estar más despejado y a medida que pasan las horas las nubes y la lluvia hacen acto de presencia. Así que poco a poco las nubes lo fueron cubriendo todo. Mojados hasta que conseguimos dejarlas debajo nuestro.

A tres mil y pico metros el lugar donde pasaríamos la noche. Risas. Hecho todo el recorrido en tres horas. Realmente la mitad de ello lo hicimos en una hora, pero cuando el guía me dijo que la media solían ser seis horas para llegar hasta el refugio, cuatro para gente en forma, me forcé a ir todavía más despacio. Hay más posibilidades de mal de altura cuanto más rápido se sube y más cansancio se acumula, se suele decir que en esto la gente más en forma suele sufrirlo más, porque acostumbrados al esfuerzo, suben demasiado rápido, pero juro que no estaba forzando nada. Así que finalmente a las 12 estábamos arriba.

Aquí uno de los seguros de muestra igual que los que utilizaríamos en la vía ferrata. Y abajo el tejado de una de las "cabañas", más bien contenedores transformados en "barracas", como bastantes vestuarios de campos de fútbol que recuerdo de cuando enano, un poco más grandes.

Recibir la clase de iniciación para la vía ferrata: como encordarse, como utilizar los seguros, las cosas a controlar. Ni diez minutos. Parecía sencillo y el material reluciente. Cenar a las cinco y media de la tarde, ver anochecer e intentar irse a dormir.

La palabra importante en la frase anterior fue "intentar". No sé si por lo pronto que lo intenté, alrededor de las 7pm, una hora después del anochecer, o por la altura, o por el ruido, la gente alrededor (muchos que llegaron a las 9-10 y otros que se despertaron a la 1) con las linternas o lo que fuera, imposible dormir. Creo que como 45minutos máximo. Y eso que yo me las deseaba felices. Jemail, mi guía, visto como habíamos subido hasta allí me había dicho que nada de despertarse a las 2 o antes y salir para la cumbre a las dos y media, como la mayoría, para llegar a ver el amanecer. Que quedábamos al menos media hora o tres cuartos de hora después, que si no nos íbamos a aburrir y morir de frío arriba. En fin...

Con toda la tranquilidad del mundo, mientras el resto salían para arriba, primer grupo antes de las dos, fui preparando todo. Las capas de ropa. Imposible ponerme las lentillas. Bodyglide en ls pies. Comer unas cuantas tostadas y un buen Nescafe. Apenas tomo café, con lo que su efecto es inmediato. Despierto por tres horas. 3:15am juntarme con Jemail y para arriba. Mucho "tráfico". Gente yendo super despacio... Adelantando como podía. Y ya una vez dejada la parte de escaleras, mejor, más espacio. Abajo los "montañeros" y arriba las estrellas. Aunque creo que yo era uno de los pocos que les prestaba atención.

La mayoría de gente estaba con la lengua fuera mirando al suelo, siguiendo la gran soga blanca que marcaba el recorrido. Dos kilómetros y medio en los que subir los últimos 800 metros de altitud.

Yo con la cámara y el minitripode jugueteando un poco, teníamos tiempo de sobra. Docenas de luces, cual columna de luciernagas, subiendo y subiendo.

Hasta la cima. Aquí con "Jermaine" (no sé como se escribe su nombre). Mis pintas debidas a que estoy con la camiseta térmica interior. En cuanto empiezo a subir genero un montón de calor, así que el resto de capas (polar, cortavientos, forro, gorro) todas en la mochila.

No tenía pinta de que fuéramos a ver mucho en el pico. Nublado, el amanecer tapado. Así que bajamos un kilómetro a un sitio que tenía mejor pinta para las fotos.

Un montón de fotos más tarde bajar hasta donde empezaría el descenso por la vía ferrata.

Ponerse el casco, fijarse el arnés, montar la cordada (tres clientes y un entrenador en la cola) y ¡a bajar las paredes!

Gavin, australiano, el primero de la cordada, abajo sonriendo. Ya había hecho otra ruta (la corta) el día anterior, aparte de ser escalador, así que le resultaba sencillo. Al holandés, tercero, y a mí nos costó al principio cogerle el puntillo.

En mi caso, sobre todo, por el calzado. Las zapatillas de trekking son bastante anchas, así que conseguir un buen apoyo no era fácil, aparte de que el agarre no fuera el ideal, con algunas partes mojadas.

Así que un poco de adrenalina en el cuerpo inicialmente, hasta que el sueño pudo conmigo. Literal, al de unos pocos minutos, en cuanto ví que no era realmente difícil, ya que siempre puedes echar mano al hierro de seguridad, mi cuerpo recordó que no había dormido y estuve en un continuo sopor aunque siguiéramos bajando paredes y cornisas.

Cada diez minutos paradita y foto.

Y por el camino puentes sobre agujeros de cientos de metros, o simples dos cuerdas que hacían de puente como estas.

Pasarle la cámara a Gavin para que me sacara al menos una foto para el recuerdo.

Y poco a poco nos acercábamos al refugio allí abajo. Alrededor de tres horas finalmente de recorrido.

Llegar a la senda general, bajar a la cabaña y segundo desayuno. Huevos cocidos, salchichas, tostadas y dos nescafes más. Intentar estirar las piernas y los lumbares que me molestaban un poco...

Recoger todos los bártulos con tranquilidad y tirar para abajo.

Una foto para aita. Me hizo gracia el nombre del punto de descanso, refugio o como se le quiera llamar, uno de los que había comentado antes.

Y desde aquí mitad de recorrido andando rapidito o directamente corriendo cuesta abajo. Dos horas y en la entrada. Despedirme del guía, darle una propina (nunca sé cuanto es suficiente o demasiado para estas cosas...) y volver para el hotel. La espalda molestaba cada vez más... Así que decidí que cualquier idea que hubiera tenido de hacer rafting el siguiente día, mejor dejarla.

Despertarme y ouch... Dolor, dolor, de verdad. No tengo ni idea como, supongo que al estar tan dormido los músculos no estaban preparados y sin darme cuenta hice algún movimiento excesivamente brusco que cascó la lumbar. Y encima fuera diluviando. Así que día relajado. Visitar el jardín botánico del parque. Poco que ver, de verdad. El cielo totalmente cubierto con lo que apenas había luz aún a medio día. Una rana/sapo controlando el territorio.

Y la tarde tirada en el sofa del hotel viendo una película en el DVD, no precisamente lo planeado inicialmente. Pero es lo que hay. La vuelta en el avión un poco infierno, porque sentado es como más me duele. Pero ya pasado por el médico y la fisioterapeuta. Espero que curado en unos pocos días más. Risas con ella. 18 meses sin que la hubiera visitado y durante ese tiempo bastantes actividades deportivas al más alto nivel. Ya lo sabía, pero está bien recordarlo Iurgi + no descanso necesario + actividad = lesión. Así que ¡a cuidarse!