Iurgi de excursion

08 diciembre 2010

De qué hablo cuando hablo de correr

Organizando la mochila para ir a Monte Kinabalu. Poco espacio libre, la verdad, porque llevaba la pequeña para no facturar. Así que fui con toda la intención a la librería a comprarme un libro pequeño que cupiera. Sin mucho más requerimiento. Distintas opciones hasta que dí con este.

De qué hablo cuando hablo de correr de Haruki Murakami. Me llamó la atención el nombre y tras ojearlo un poco se vino conmigo a Malasia.

Curioso libro. Una especie de memorias alrededor del correr. Murakami no es como tal ningún gran corredor. Es un escritor de renombre, de libros para muchas personas demasiado densos, pero con un grupo muy grande de incondicionales lectores. Para él escribir es un proceso complejo, duro, cansado y a lo largo del libro lo va comparando con el correr, con el entrenamiento diario del corredor de larga distancia. Incluso dice que gracias a correr es capaz de escribir, porque el esfuerzo físico diario y su condición física le permiten llevar a cabo el esfuerzo intelectual de crear, de mejorar, pulir una obra hasta que la considera aceptable.

Y las vivencias que tiene me suenan. Como un día decide empezar a correr, como la opción más sencilla de ejercicio: "unas zapatillas y las calles para correr". Como poco a poco se va poniendo objetivos, cada vez más exigentes, hasta que una maratón al año es la rutina. Iniciarse en los triatlones. Me hizo mucha gracia verme totalmente reflejado "no importa lo bien que prepares un triatlón, siempre pasará algo imprevisto". En su caso tirarse al agua y de repente no ser capaz de ver nada con las gafas, pensar que por alguna razón se le habían empañado y más tarde darse cuenta que tras haberse puesto vaselina para ponerse el neopreno había utilizado esos mismo dedos para "limpiar" las gafas. Recordando la patada que me gané en la primera triatlón que me saltó la lentilla.

Y muchas otras reflexiones que le sonarán a cualquiera que se haya puesto a hacer algo de esto con una mínima dedicación. Hay cosas del ser japonés (aunque su contacto con occidente sea continuo y muy fuerte) que siguen sorprendiéndome y su personalidad es peculiar. Pero un libro en definitiva que me tuvo entretenido. A veces reflexivo, a veces divertido, lleno de anécdotas, un cuarto de siglo (tiene 60 años) escribiendo y corriendo. Acabado en un "pispas".