Dragon boat
Una playa comida por la marea repleta de gente. Cálculo que miles. 160 equipos a 19 personas por equipo y amigos y familiares. Esperar a que llegara el resto del personal del banco. 1, 2, 3, 4..., 18 remeros, una "tamborilera", un timonel de la organización. Descubrir que aquello de que los botes no se hundían mentira cochina, ya que dos se golpean delante nuestro y se van a pique despacio, con tiempo suficiente como para que los todos los que no se tiran al agua y vuelven nadando sean recogidos por el equipo de salvamento. No es la mejor imagen teniendo en cuenta que tenemos gente en el equipo que no sabe nadar, cosa habitual, aunque me siga sorprendiendo, en Hong Kong.
Tácticas de último segundo, repasar el orden de los remeros, en las primeras filas los más en forma y/o experimentados, en las últimas aquellos que no podrán seguir el ritmo en la parte final. Esperar en la orilla. Montarse en uno de los botes. Cambio. Otro cambio. Quejas a la organización que nos está volviendo locos. Pero ya está. Todos a bordo y comenzamos marcha atrás, camino a la salida.Espera junto al resto de participantes en nuestra serie. 9 barcas en total. A nuestra derecha un equipo de maories y filipinos, fibrosos todos ellos, concentrados, les intentamos gastar alguna broma, pero nos miran con desdén y una sonrisa de superioridad. Desde un altavoz nos avisan que tenemos que ponernos en la salida. Últimas consignas: recordar 10 paladas cortas, rápidas y lo más fuerte posible, para conseguir arrancar y a partir de ahí ritmo con paladas largas. La organización: "Un poco más hacia detrás equipo 2", "equipo 3 cojan la cuerda", "equipo 2, he dicho q para atrás!!"... Minuto de espera adelante, atrás... "Preparados, listos..." banderín arriba, cañonazo. ONE, TWO, THREE, FOUR, FIVE, SIX, SEVEN, EIGHT, NINE, TEEEEEN. Alzar la vista. Los maories ya nos sacan un bote entero. Seguir remando siguiendo el ritmo marcado por el tambor y el de adelante. 20, 30, 40... Estamos en "dura" pugna por no ser los últimos. 300 metros para meta. LAST EFFORTTTTT!!! ("Último esfuerzo", chillado por alguno del barco). Incomprensiblemente nuestros dos primeros remeros se paran a 50 metros de meta. "Pero que hacéis!!!!! No hemos llegado todavía!! Son las bollas naranjas!" a pleno pulmón mientras intento que el resto del bote no se pare. Últimos...
Mosqueo conmigo mismo. No me gusta perder. Realmente no es cierto. Soy consciente que tengo que perder en muchas cosas, a fútbol, nadando con "profesionales", si me meto en una duatlón, pero seguro, seguro, que en todo dejo todo lo que tengo, pero aquí tras la regata ni tan siquiera estoy cansado, imposible al tener que seguir el ritmo marcado. En finnnnnn...
Vamos al puertecillo cercano y nos embarcamos en un barcotaxi camino al barco "de recreo" que ha alquilado el banco. Formando un semicírculo alrededor de la zona de la regata, un montón de barcos y yates que van desde los 20 a los cien ocupantes, con gente de farra. Realmente es la razón de ser de mucha gente que solo va ese día a estar de fiesta.
Comida y bebida hasta hartarse. Saltar a los botes vecinos. Algunos con música y bailes. Charleta. Descubrir que tenemos una segunda tanda. 16:00. Esta vez algo mejor, más ritmo, con lo que quedamos entre los cuatro primeros, todavía no claro si segundos, terceros o cuartos, de la tanda de consolación. Volver. Algo más de fiesta, pero que no va mucho conmigo, es un poco estar encerrado, porque solo se puede saltar a los barcos más cercanos y el agua está impracticable, ya sucia de normal, ahora pestilente con la gasolina de tantos barcos y desperdicios de toda clase flotando. Aguantar un poco más y vuelta a casa.
Dragon boat. "Okeilaaa". Curioso, pero para nada tanto como me lo habían pintado.
Tácticas de último segundo, repasar el orden de los remeros, en las primeras filas los más en forma y/o experimentados, en las últimas aquellos que no podrán seguir el ritmo en la parte final. Esperar en la orilla. Montarse en uno de los botes. Cambio. Otro cambio. Quejas a la organización que nos está volviendo locos. Pero ya está. Todos a bordo y comenzamos marcha atrás, camino a la salida.Espera junto al resto de participantes en nuestra serie. 9 barcas en total. A nuestra derecha un equipo de maories y filipinos, fibrosos todos ellos, concentrados, les intentamos gastar alguna broma, pero nos miran con desdén y una sonrisa de superioridad. Desde un altavoz nos avisan que tenemos que ponernos en la salida. Últimas consignas: recordar 10 paladas cortas, rápidas y lo más fuerte posible, para conseguir arrancar y a partir de ahí ritmo con paladas largas. La organización: "Un poco más hacia detrás equipo 2", "equipo 3 cojan la cuerda", "equipo 2, he dicho q para atrás!!"... Minuto de espera adelante, atrás... "Preparados, listos..." banderín arriba, cañonazo. ONE, TWO, THREE, FOUR, FIVE, SIX, SEVEN, EIGHT, NINE, TEEEEEN. Alzar la vista. Los maories ya nos sacan un bote entero. Seguir remando siguiendo el ritmo marcado por el tambor y el de adelante. 20, 30, 40... Estamos en "dura" pugna por no ser los últimos. 300 metros para meta. LAST EFFORTTTTT!!! ("Último esfuerzo", chillado por alguno del barco). Incomprensiblemente nuestros dos primeros remeros se paran a 50 metros de meta. "Pero que hacéis!!!!! No hemos llegado todavía!! Son las bollas naranjas!" a pleno pulmón mientras intento que el resto del bote no se pare. Últimos...
Mosqueo conmigo mismo. No me gusta perder. Realmente no es cierto. Soy consciente que tengo que perder en muchas cosas, a fútbol, nadando con "profesionales", si me meto en una duatlón, pero seguro, seguro, que en todo dejo todo lo que tengo, pero aquí tras la regata ni tan siquiera estoy cansado, imposible al tener que seguir el ritmo marcado. En finnnnnn...
Vamos al puertecillo cercano y nos embarcamos en un barcotaxi camino al barco "de recreo" que ha alquilado el banco. Formando un semicírculo alrededor de la zona de la regata, un montón de barcos y yates que van desde los 20 a los cien ocupantes, con gente de farra. Realmente es la razón de ser de mucha gente que solo va ese día a estar de fiesta.
Comida y bebida hasta hartarse. Saltar a los botes vecinos. Algunos con música y bailes. Charleta. Descubrir que tenemos una segunda tanda. 16:00. Esta vez algo mejor, más ritmo, con lo que quedamos entre los cuatro primeros, todavía no claro si segundos, terceros o cuartos, de la tanda de consolación. Volver. Algo más de fiesta, pero que no va mucho conmigo, es un poco estar encerrado, porque solo se puede saltar a los barcos más cercanos y el agua está impracticable, ya sucia de normal, ahora pestilente con la gasolina de tantos barcos y desperdicios de toda clase flotando. Aguantar un poco más y vuelta a casa.
Dragon boat. "Okeilaaa". Curioso, pero para nada tanto como me lo habían pintado.
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