Aprovechando que Argoitz y Joana se iban para las islas Moluccas, yo también me apunté. Vuelo HK -Jakarta - Ambon con Garuda Indonesia. Compañía en la lista negra de la Unión Europea cuando llegué a Asia, ahora entre las mejores del mundo. Viaje correcto pero sin poder dormir demasiado y al llegar al aeropuerto encontrármelos sentados a mi espera. Ver que había un bus que iba al centro y para adentro con sus mochilones.
Del Centro regatear un poco con un conductor y al sureste de la isla, Latu Halat, donde habían reservado habitaciones en Collin Beach hotel. Ni mucha beach (playa), más bien rocas, ni mucho hotel y... El centro de buceo que tenía que estar a cinco minutos andando... Cerrado la semana anterior. Los del hotel no tenían ni idea pero Joana practicando su bahasa con los locales parecía que lo confirmaba: cerrado y trasladados junto al aeropuerto, de donde veníamos, dos-tres horas de transporte...
Paciencia. Estábamos de vacaciones. Un pequeño baño y pedir la comida. Una hora de espera... "Me estás estresaaaando"... Para un arroz lo más simple y escaso y a la carretera a intentar coger transporte público.
Bemos: Furgonetas con número pintado en la carrocería. El número 18 nos llevaría al Centro de Ambon tras cuarenta minutos de espera y otros cuarenta y cinco minutos de trayecto. La ciudad como tal no es gran cosa. Podría ser bonita.
Con una mezcla de iglesias católicas y mezquitas por todas partes.
Si no fuera por lo guarra que está.
El paseo se quedó en eso, porque tampoco encontramos el segundo centro de buceo que debería estar por allí. La gente local, que no sabe decir No, te intenta dar indicaciones, muchas veces basadas en suposiciones, cuando le preguntas sobre un lugar. Así que dimos vueltas sin encontrarlo, tampoco siguiendo el GPS. Nos comentaban que igual también se habían trasladado junto al aeropuerto... Decidir volver al hotel y dar por concluido el infructuoso día. Pero tampoco fue fácil. Día de Navidad + que se puso a llover = no conseguíamos transporte de vuelta ni llamando al hotel, ni con el conductor que nos había llevado antes y nos había dejado su número de teléfono, ni en bemos. Hasta que al final, hora larga después, fui capaz de parar uno que se suponía iba en la dirección correcta (03 que habíamos visto junto al hotel). Ya sentados dentro Joana intentó confirmar que llegaría hasta el hotel y que no. Fase negociación. Tras unas cuantas rondas de números y la intervención de unas señoras que estaban también en el bemo 80.000 rupias (5€) para llevarnos hasta la puerta del hotel. En dirección opuesta habían sido cinco mil por cabeza. Cenar y a dormir...
Casi diez horas para compensar la medio gaupasa del día anterior. Desayunar y más o menos confirmar que no había forma fácil de ir a
Banda islands. Este era el destino original y más deseado. Uno de esos lugares paradisíacos todavía poco "mancillado" de turismo. Durante los últimos años ha habido un par de intentos de aerolíneas volando al minúsculo aeropuerto de la isla, pero no había ya vuelos y el ferry, que solo viaja una vez cada quincena, había salido unos días antes. Posibilidad de que hubiera barquitos pesqueros pequeños yendo desde el puerto, pero no confirmado y encima son 200 km en ese mar... No lo más seguro. En cualquier caso no teníamos que hacer en Latu Halat, así que recoger todo, buscar hotel en el centro de Ambon y a coger bemo. Esta vez, nada más llegar a la carretera un 18 saliendo. Perfecto, los primeros en montarnos, con lo que sin problemas para montar el tetris con los mochilones.
Al llegar al centro, el hostal que decía en Internet tenía habitaciones libres, lleno... Un paseo por los alrededores y finalmente encontrar hotel y un tío en tienda de souvenirs/cuchillos/turismo que finalmente nos pudo dar información más concreta. Nos intentaba buscar transporte a Banda (que no conseguiría), daba indicaciones concretas para los centros de buceo, planes varios incluido uno para ese día. Otro bemo hasta llegar a
playa llena de locales. Dar un paseo hasta zona un poco menos a rebosar de gente y ¡al agua patos! Agua caliente, bastante clara, media hora nadando viendo unos cuantos nemos, algo de coral, una serpiente marina... Trópico.
Antes de que nos cayera el diluvio que veíamos se acercaba, recoger todo y a la carretera a buscar transporte de vuelta. Llegar al centro e infructuosa búsqueda de restaurantes. Día post-navidad, palabra en bahasa (indonesio) aprendida: tup tup = cerrado. De vuelta al hotel un mercado - centro comercial y allí un KFC. Grande... No como fast food pero aquí no quedaba otra. Eso o jugársela con la comida callejera o restaurantes super locales con platos fritos expuestos en el escaparate durante días... Recordando
gastroenteritis pasadas mejor no intentarlo. En el supermercado comprar fruta y pan para re-cenar y por si acaso y al hotel con pesados vecinos a los que comunicar, con signos, que bajarán el volumen de su juerga, que intentaba dormir pronto. Ya que tocaba despertarnos antes de las seis para desayunar e ir al puerto donde coger ferry dirección
Seram, la inmensa isla, por comparación, en Moluccas. El ferry mejor de lo esperado. El que había visto a Banda es un carguero que acepta pasajeros, lleno de carga, carteristas, etc; pero este es un ferry de pasajeros normal.
La parte VIP, donde entramos equivocadamente, incluso con asientos acolchados y aire acondicionado. La mayor parte, economy, con asientos duros y sillas de plástico de las de jardín... Si te metías de los primeros, que no fue el caso... A Joana le cedieron silla de plástico y Argoitz y yo de pie una vez que la cubierta se llenaba de agua con los primeros movimientos. Luego ya encontré sitio para tirarme en el suelo y tras primer puerto conseguir asiento, idem para Argoitz.
Tres horas y media de trayecto de lectura y escuchando podcasts. Desembarcar y solo quedaba encontrar transporte por carretera. En teoría había público, pero no había forma de que Argoitz y Joana consiguieran sacárselo a los locales, así que alquilar coche (700k tras regateo) hasta el pueblo de Saleman en dos horas largas, inicialmente sobre carretera propiamente dicha, parte final en pista.
Al llegar allí nos dijeron que el resort de Ora Beach estaba al completo. Única opción quedarnos en casa de unos lugareños. Regateo de nuevo (parte importante del viaje como está quedando claro) con el único que hablaba inglés en el pueblo y cerrar precio por noche / habitación (150R) + comidas (100R por persona y día) + barquitos a la zona de buceo (300R). La casita en cuestión tenía pintoresco embarcadero y mesa "comedor".
Donde "tomar el té" con bollos rellenos de cacahuete y a nadar por la costa. Maravilla. Agua a temperatura perfecta, cientos de peces, corales, etc. a ver mientras me hacía unos tres kilómetros de ida y vuelta con gafas y tubo. ¡Empezaba a mejorar el viaje!
(foto Argoitz)
Cenar y montar nuestra simple habitación. Tenía pinta que era el cuarto de la niña de la casa. Cuatro paredes, una cama grande a la que añadieron un colchón en el suelo para mí, dos enchufes, un ventilador que no usamos y una lámpara con dos posiciones: alógena o leds, parecía que sin forma de apagarla. La bombilla como tal tenía una batería que se iba cargando mientras hubiera electricidad (el generador funcionara) y una vez apagada o en cuanto muriera el generador se encendían los leds.
Día siguiente de snorkel. Yo probando el nuevo filtro rojo para la GoPro.
Y Argoitz con su cámara sacando algo mejores fotos. Bonito aunque no viéramos nada espectacular.
Desde allí a otra plallita con arena fina fina y algo más de coral y vida alrededor. Volver a comer y
corto hiking, kilómetro y poco y unos doscientos metros de desnivel, para llegar al mirador desde el que disfrutar de las vistas.
La islita y costa junto la que había nadado.
Ora Beach al este de la bahía.
Y al oeste el pueblo donde nos quedábamos. En el punto más alto con el guía y toda la chiquillería que nos siguió, con cocos recién cortados.
Me quedé con ganas de seguir explorando, así que mientras Joana y Argoitz se iban a tirar a la playa, ponerme las cosas para
correr por los caminos de alrededor. Pero primero una "suculenta" merienda.
Al final la carrerita no me dio para mucho, pero senda interesante, cemento, tierra, roca, arena, subirme por la jungla hasta cauces varios... Antes de volver a cenar. La comida en Indonesia... No muy diferente al KFC... Les encanta rebozar y freír todo, cucharadas y cucharadas de azúcar en las bebidas, muy pocas verduras, bastante arroz cocido (eso también en KFC). Y mira que tienen verde alrededor, pescado bueno, frutas... Aquí una comida estándar. Perolo de arroz. Pescadito frito.
Atún super pasado.
Un poco de verdura. ¿Alguien quiere salsa de soja dulce?
Las hormigas le dan un sabor especial... La higiene deja un poco de desear, con lo que la mezcla de todo hace que tener un viaje sin ninguna molestia/problema estomacal complicado, por lo que hablaba con Joana y Argoitz.
Continuará.